Lacan y la Reinvención el Psicoanálisis

Con el tiempo, he ido descubriendo que puedo decir algo más sobre el asunto. Me percaté, además, de que mi manera de avanzar estaba constituida por ese algo que pertenece al orden del no quiero saber nada de eso…. Sin duda ello hace que, pese al tiempo, esté yo aún aquí, y que lo estén ustedes también.... aún.
Lacan


Hace un par de años, revisando los seminarios de Jaques Lacan, me encontré con el famoso seminario XX denominado Aún. En él se exponen los límites del reino del psicoanálisis, el cual nos invita clandestinamente a colonizar lo que para otras materias, en mayor o menor medida, han ido colonizando.

El primer sendero que nos ofrece lacan para escapar de lo simbólico, es el de la redención de la feminidad, el cual a su vez nos permite encontrar la puerta sobre lo que existe para la realidad y lo que no existe para lo real. Ese orden del no querer saber nada de eso, es el que nos brinda la oportunidad de conocer lo que para lo simbólico es incognoscible.

Revisando algunos textos de Nietzsche sobre lo Apolíneo y Dionisiaco me tope con algunos conceptos nuevos que al parecer podrían ser el puente engranante de estos dos registros. Nietzsche en el “Nacimiento de la tragedia” expone a estas dos figuras, lo Apolineo y lo Dionisiaco, como una concepción artística de estar en el mundo, como una metáfora de lo que significa la verdad de la humanidad.

El principio del psicoanálisis es el discurso metafórico del símbolo, y en ella cree encontrar la cura de los males humanos. Sin embargo es el propio símbolo el que nos condena a una especie de compulsión a la repetición, una verdad incomoda que no hace más que mostrar la carencia del poder del significante primario por la búsqueda verdadera de su propio cambio. Uno solo anhela ser lo que es; el símbolo solo anhela lo que es, más ese símbolo carece de valor cuando pretendemos tomarlo como icono de identificación.

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